(S. 25 ) 18 junio 2025
(S. 12 ) 24 marzo 2024

El hombre perro “José”

2 minutos de lectura

Europa, Comunidad Europea, un conjunto de países dónde las leyes migratorias son tan complicadas como una madeja de hilo enredada y los trámites para obtener la ciudadanía son más difíciles y lentos que encontrar una aguja en un pajar. En nuestra querida Comunidad Europa, es un hecho que la legalización de un perro doméstico es más fácil y rápida que la de un inmigrante extracomunitario.

En España, país europeo, sobrevivía yo, mi nombre es José. Llegué a este país a bordo de una patera, buscando una vida mejor dónde poder realizar por lo menos algunos de mis sueños. Pero las puertas de la legalidad estaban cerradas para mí, y cada intento de obtener la documentación necesaria para legalizar mi situación es un fracaso estrepitoso. Desesperado, sin esperanzas, comencé a considerar opciones alternativas y poco ortodoxas. Un día, mientras deambulaba por las calles de la ciudad de Alicante, observé alegremente a los perros acompañando a sus dueños y dueñas, disfrutando de todos los derechos y privilegios que yo tanto anhelaba.

Fue entonces, donde una idea se apoderó de mi mente: ¿Y si yo fuera un perro? Con este pensamiento tan brillante como loco, me dirigí a la clínica veterinaria más cercana. Allí, extenuado, expliqué mi situación a una veterinaria muy amable por cierto, quien me miró con sorpresa pero también con simpatía y comprensión. Después de una breve reflexión, la veterinaria aceptó ayudarme en mi singular solicitud. Después de un proceso que desafió todas las leyes de la lógica, salí de la clínica como un perro legalmente reconocido, vacunado, con mi pasaporte europeo, mi chip, con un collar nuevo y una preciosa placa de identificación que decía “José”, por fin me sentí más libre que nunca. Pero lo más importante, es que por fin tengo mi pasaporte español y por ende ¡europeo!

¡Lo he conseguido! Convertido oficialmente en ciudadano perro doméstico, comencé a experimentar la vida desde una perspectiva diferente. Ya no tenía que preocuparme por los trámites burocráticos ni por las miradas sospechosas de las autoridades. Disfrutaba de mi nueva libertad corriendo por los parques y recibiendo caricias de extraños que me veían como un adorable compañero de cuatro patas y cola.

En medio de tanta paz, decidí entonces solicitar mi exilio en una protectora de animales con buena fama. La noticia de mi solicitud causó revuelo en la protectora, la ciudad, y en general en todo el mundo. Explique mi deseo de vivir en un lugar dónde pudiera ser yo mismo, sin importar mi forma ni mi origen. Para mi sorpresa, la protectora aceptó el mismo día mi petición con comprensión y compasión. Así, encontré mi hogar en la protectora de animales de buena fama, rodeado de amigas y amigos peludos que me aceptaban tal como era. Finalmente encontré la paz de un hogar y la aceptación que tanto había anhelado.

Gracias a mi veterinaria que demostró tener mucho más corazón y poder para entregarme papeles de legalización, que todas las autoridades públicas y fuerzas del Estado juntas.

Por cierto, de repente un día decidí cambiar de aire y me marché de Europa. Ahora vivo en Suiza y todos los suizos me adoran, me acarician y no dejan de darme chuches y golosinas. Sí, la verdad, son muy pesados, estoy pensando seriamente en volver a España, eso sí, al jubilarme. 

Así queda demostrado, que en un mundo dónde las Leyes son más extrañas que la ficción, a veces la única opción para ser, es ser quién uno no es, sin importar las apariencias y el qué dirán.

josé martínez

Lire cet article en français…

Anterior artículo

L’équation d’un Billion de Dollars (II/II)

Siguiente artículo

¿Qué tamaño y qué tipo de paellera debo usar y comprar?

Lo último

IrArriba

No te pierdas

Paella con bolets salvajes suizos, verduras frescas y pollo de granja

Espero que os guste el arroz que he hecho este

Sobre colores, belleza y…

Ayer me encontré ante la tarea de explicar a un